Entrevista a Hernán Lasque

 

Entrevista a Hernán Lasque


 Hernán Lasque

Concordia, Entre Ríos, en 1977. Desde el año 2004 reside en la ciudad de Neuquén. Publicó los libros: Ratón Blanco (Cuentos.  Ed. Colisión Libros, 2009); Lizeta (Relato. Ed. Colisión Libros, 2012); Lamen (Poesía. Ed. Buenos Aires Poetry, 2017); Maratón Dromedaria (Poesía. Ed. Leviatán, 2020); Tres andariveles (Poesía. Ed. Lo hago como puedo, 2020); La casa un tiempo equis (Novela breve, Ediciones de La Grieta, 2021); Si no late (Cuentos. Ed. Colisión Libros, 2022). Otra publicación destacable, Atlas de la Poesía Argentina II (Antología de la Poesía Argentina, Edulp –Editorial de Universidad de La Plata-, 2019)

Coordina el Taller El Caudal, de lectura y escritura narrativa, en la ciudad de Neuquén.





 

 

1-    ¿Recordás el momento exacto que fuiste poseído por las palabras?

 

Desde muy pequeño me atrajeron las palabras, los juegos, las deformaciones, las rimas; me parece que nos ocurre a la mayoría en la infancia, esa fascinación por las acepciones, las combinaciones, el darlas vuelta, el enigma en el sonido mismo de algunas, etcétera. Si prestas atención vas a notar que entre hermanos, hermanas, familia, amigos, amigas de siempre, comparten códigos del habla cotidiana o expresiones que nacieron de esos juegos de palabras, y que muchas veces sólo suceden en esas interlocuciones. Ahora bien, a tu pregunta podría responder que la primera vez que me sentí atravesado y suspendido por la palabra, fue ante el poema “Menos tu vientre”, de Miguel Hernández. Tendría ya unos 15 o 16 años y claro que había leído algún Salgari, algún Verne, los Elige tu propia aventura, y tenía los primeros contactos con los cuentos de Horacio Quiroga y Poe; pero el encuentro con ese poema fue quizás el aguijón que inoculó lo desconocido (lo por conocer) y que todavía vibra cada vez que, azarosamente también, me reencuentro con él. De hecho, viviendo en Córdoba, a los 20, le escribí una carta a mi abuela Belacha por su cumpleaños en la que le transcribí en el final ese poema. Mi abuela me había regalado cuando me fui de Concordia una lapicera para que le escriba cartas… de ahí viene la cosa. Y también de que desde los 14 años empecé a escribir canciones para la banda de rock que entre amigos armamos a esa edad y sostuvimos hasta los veintipico. Así empezó todo lo relacionado a la palabra, al ritmo, las cadencias, el tono, las metáforas, las alusiones, la lengua como instrumento y sus posibilidades plásticas. 

 

2- ¿Qué fue primero la poesía o la narrativa?

 

Las primeras lecturas fueron de narrativas, la poesía vino después, unos años después. Los primeros escritos fueron textos medio inclasificables, prosa, juegos entre la reflexión e historias apenas esbozadas, y siempre, repito, en esa especie de juego verbal, todo muy lúdico. A la vez, como dije antes, la composición de canciones, no letras sueltas sino canciones ajustadas a una armonía, a un patrón rítmico; de allí a los primeros poemas fue solo deslizarse, un movimiento involuntario hacia ese canal, como aún me sucede. Luego, viviendo en Buenos Aires, a los veintidós años me anoté en un taller de narrativa sin saber bien en qué consistiría ni quién era el escritor que lo coordinaba. Cuando me anoté, la chica que lo hizo, recuerdo que me dijo: tenés suerte de haber encontrado espacio, se completan enseguida las clases del Maestro. Era un tal Alberto Laiseca. De allí salieron los primeros cuentos que escribí.

 

3- ¿Quiénes influyeron en tu forma de ver, sentir, escribir tanto en tú narrativa cómo tú poética?

 

Creo que las influencias, los tonos que nos inspiran van variando con el crecimiento  de las lecturas, la edad como lector de cada lector/a. Naturalmente, los primeros textos están más ligados a estructuras tradicionales, ligados a la ristra de géneros dentro del Cuento, lo fantástico, el terror, la locura, la muerte, el amor. Pero eso se fue moviendo después. Hoy por hoy intento transitar otras poéticas dentro de la narrativa (voy de un tropiezo a otro, como en la vida), búsquedas centradas más en la forma, en la exploración de las posibilidades del lenguaje, en los agujeros de una trama, en la no trama, en la lengua como un instrumento que no tiene por única finalidad la anécdota (lo que se cuenta). Siento que lo reduzco a un solo sentido de esa manera, y la comunicación en literatura no sé si tiene mucho que ver con el “entendimiento de un mensaje literal”, creo que se produce la comunicación literaria desde otros sentidos, más relacionados a un sistema de alusiones capaces de generar lecturas diversas en cada lector/a, como un catalizador. No obstante, no significa que (se) “desprecie” la historia, por el contrario creo que la mejor manera de, al menos así me ocurre a mí, encontrar la historia, es cuando consigo dar lugar a que el texto demande al narrador, se exprese, señale los excedentes, y eso sucede en el debatirse con la forma.

La historia suele aparecer cuando nos despreocupamos un poco por ella, y cuando aparece lo hace de tal manera que las dificultades para contarla empiezan a diluirse y el texto no vacila, el tono ya está trazado, la historia nos guía hacia ella y nos vuelve a soltar en el cierre… ahí sí que hay que vérselas sin quitarle el cuerpo al asunto, definir UN final.    

 

4- ¿Dicen que la geografía influye en los escritores, vos sos de Entre Ríos y también de Neuquén que le dio casa provincia a tus escritos?

 

Diría que es la escritura la casa, que el paisaje a dilucidar es interno, que está en corazón del escritor, de la escritora. No está afuera, está en la voz de adentro, aunque claro que el contexto de producción, dado no solo por el lugar físico donde se desarrolla sino también las lógicas y dinámicas del ambiente que lo aloja, operan en la creación. Pero, yendo a tu pregunta relacionada a lo geográfico y al devenir de mis decisiones y elecciones en la vida, puedo decir que empecé a escribir en Concordia, pero que la ciudad donde realmente supe que no iba a dejar de hacerlo y que en consecuencia tenía que dedicarle tiempo para ver qué había allí y cómo desarrollarlo, fue en Buenos Aires. Sigue siendo esta ciudad absolutamente inspiradora para mí, tiene algo del anonimato en el que nos sumergimos automáticamente, como en ninguna otra ciudad Argentina, que me genera algo adentro que sólo podría expresar como… como un deseo de palabras, como algo empieza a sonar y resonar mientras uno se extravía durante horas en las calles, las plazas, y entra con las piernas agotadas a tomar una cerveza en algún barcito. Así como a otra persona puede inspirarle algo similar la naturaleza, el mar, la montaña, el monte, los ríos, a mí me tocan el pulso de la escritura las ciudades, la gente, es la gente lo que me inspira. De todos modos, donde más he escrito es acá en Neuquén, por razón de mi destino. Puedo decir entonces que encuentro en mis textos estas cinco ciudades, sus calles, su vegetación, su clima y su paisaje humano: Concordia, Córdoba, Buenos Aires, Neuquén y Plottier. Hoy la casa (y la caza de la escritura) está en Neuquén, donde me he radicado hace 18 años.    

 

 

 

 

5- ¿Que te quedó como experiencia de haber formado parte de revistas como Nortensur?

 

En el 2011 conocí a Hernán Riveiro, Soledad Arrieta, Horacio Beascochea y Pablo Cazayous, venían haciendo Nortensur desde hacía un par de años, no sé cuántos, y me sumé al staff. La experiencia fue de aprendizaje, de crecimiento y, en lo personal, de agruparme por primera vez acá en Neuquén, conectar y trabajar con personas de acá; hacía seis años que vivía en el valle, pero no había tenido mayor trato con nadie, dedicado exclusivamente a la crianza de mi hija, al estudio y a los trabajos. Fue una época de  trabajo colectivo real, no sencillo de sostener, pero que se hizo y continuó durante mucho tiempo más. Digo “colectivo real” porque no fuimos un grupo de amigos (no a priori), sino de gente determinándose al trabajo constante de difusión de artistas de la ciudad y la zona, no de lo nuestro; y las tareas se distribuían entre quienes hacíamos la revista, cada quien tenía responsabilidad sobre algo particular y número a número estas responsabilidades cambiaban de responsable. Tengo la impresión de que hoy garpa lo colectivo en otro sentido, garpa ser y decir “somos un colectivo” (¡que está buenísimo!), pero es como si se hubiera vuelto bastante elástico el concepto y aplicable a casi todo… y en este mundo fake en el que vivimos, creo, está piola ser cautos a la hora de definir las cosas (sobre todo a las personas) para que no terminen siendo segregativas de otros gestos no “tan colectivos”, ya que pareciera ser que si así no fuera, se le baja el precio, algo que ha dado lugar a situaciones insólitas: se han visto individuos autoproclamarse colectivo: ¡soy el 50 B, soy el Kokó a Senillosa, soy el 127 a Tecnópolis! Bueno, me enredé un poco, me fui por las ramas de algún ramal de otro bondi. La mano era sobre Revista “Nortensur”, publicación que fue una experiencia muy piola de trabajo en equipo, que se transformaba en colectivo en cada evento organizado para presentar el Número de la revista invitando a las y los artistas que aparecían en él. Hicimos recitales de poesía y música por todos lados. Eso fue entre el 2010 y el 2015, y un poco más también.  

 

6- ¿Cómo vez el tema de la difusión de una obra, crees que los autores tienen que encontrar una nueva manera de conectarse con los lectores?

 

Honestamente, debo la asignatura Difusión de obra. Somos un océano de lectores y lectoras, qué se yo, no es fácil conseguirnos, no puede ser fácil atraparnos; hay libros fascinantes para leer antes que lo que yo pueda llegar a dar. No me preocupa mucho eso, lo digo con franqueza. De cualquier modo, creo que hoy existen muchos más canales que antes, de acercamiento a posibles lectores, y me parece que unos más otros menos, todos los libros son leídos por alguien. Ahora, si lo que pensamos es que nuestro librito tiene que ser leído por todos, en todos lados, reconocido y alagado y que nos entrevisten y nos convoquen de aquí y de allá, como eso es muy, pero muy difícil que ocurra más allá de los límites de nuestro propio poder de alcance y contactos y convocatoria y capacidad de hacer amistades bullangueras, lo que nos queda es aquello con lo que empezamos, es decir, seguir escribiendo, seguir trabajando nuestro disfrute. Y punto. Luego una editorial que se interese por lo nuestro y apueste costeando la edición y publicación; en el mejor de los casos, también van a difundirla. Pero la cajita de libros la moves vos, o haces la plancha y que a las palabras se manduquen los ácaros, hoja por hoja. 

 

7- ¿La autoedición crees que hoy por hoy es la manera más directa de un escritor,  de poder dar a conocer su obra?

 

La autoedición, sí, me parece un excelente camino para quien lo quiera hacer y disponga del tiempo de aprendizaje necesario (si quiere armar un libro lindo, con hojas lindas, con aire en las páginas, con buenas tapas, buena tipografía, etcéterass), y del dinero para producirlo. Después está la posproducción, la edición, la impresión, la distribución y demás… es decir, tenés que transformarte en algo más que ser el que escribió el libro, ¿estamos de acuerdo? Por eso, en tal caso, es auspicioso procurar un buen colectivo de gente amiga dispuesta a hacer por lo menos la parte celebratoria que a su vez traerá contactos y nuevos lectores, y de allí vaya desprendiéndose una distribución de cierto alcance. Vuelvo a decirlo de otro modo, claro que está piola la  autoedición, pero no estrictamente debido a la difusión que uno pueda darle a su propia obra, es un camino, pero así como el hecho de que te edite una editorial más o menos prestigiosa y que tenga incluso sus propios lectores no garantizará los de tu obra, tampoco el hecho de la autoedición viene a suplir aquello que entendemos que las editoriales debieran hacer con nuestros libros. Es decir… e un mondo difficile.

 

8- ¿Qué escritores o poetas pensás que están todavía relegados de las miradas de los círculos actuales?

 

Lo círculos… “Several circles” se titula una pintura de Kandinsky que me gusta mucho, significa algo así como “Círculos severos”. La mirada de los círculos actuales, entiendo a lo que va la pregunta, no sé bien cómo responder, es amplio… A ver, creo que los círculos existen y van a seguir existiendo, es una manera de darse lugar entre otros círculos. A mí siempre me pareció que la misma mirada que desde acá, o desde cualquier lugar del país que no sea la Capital, se tiene de los círculos de La Capital, donde pareciera estar todo lo que no se puede dejar pasar por alto, la misma lógica de esa mirada que desde acá mira el allá, termina operando igual hacia adentro, cerrando o dejando en los márgenes de la ciudad (zona, región) tantísimas producciones y obras en el afán (pareciera) de “canonizar” prontamente lo propio de la región o ciudad. Esa dinámica es algo que se replica. Operación que, a mí modo de ver, termina por desmerecer (involuntariamente) muy buenos libros y autorxs. Funcionan como un mal prólogo de un buen libro. Pero a la vez estos círculos permiten visibilidad y ese es su valor; habrá que ver cuánto nos interesa la visibilidad desde determinados círculos, los hay más oficiales, más anarcos, más anónimos, más autogestivos y todo un abanico de diversidad, cualquiera me parece válido siempre que quien participe en ellos se sienta cómodo haciéndolo. Es una decisión personal, si no te sentís de alguna manera convocado, al círculo que sea, de amistades o poetas o músicos o cultivadores de orquídeas, simplemente no vayas. Es triste sentirse en soledad respecto de los pares, claro que lo es, pero a veces es preferible bancarla un poco antes que participar de prestado en una festichola ajena. Ahora que lo pienso, habría que conformar un “Círculo de les Bermudes”, con autores y autoras evitados y ninguneados que se terminan perdiendo en la nada y hacer una numerosa fiesta interminable. (¿sigue existiendo el triángulo de las bermudas?). Más allá de la broma, a tu pregunta, podría dar cuenta de que hay mucha gente trabajando en su escritura de manera silenciosa y constante, y me refiero a personas que no han publicado una sola plaqueta ni un solo libro, ni un solo verso en una sola red y que a mí parecer trabajan mucho más que tantxs otrxs que nos quieren meter a golpe de martillo. No me refiero únicamente a lo más cercano, a nuestra región, sino sobre todo a Capital y Buenos Aires, donde está el verdadero jet set literaturezco. Siempre fue así; no estoy diciendo nada nuevo ni nada que no se diga en todas las reuniones de escritores y escritoras pertenecientes o no a cualquier círculo. Todes somos Bermudes (gran escritor olvidado), tómenlo con calma, la cosa es así…

 

9- ¿Qué palabra se asocia más a Hernán Lasque?

 

Pregunta que no sé cómo responder, habría que ser como El Diego hablando sobre Maradona. Asocio Hernán Lasque, automáticamente, a la palabra David, mi segundo nombre. 

 

10- ¿Qué sueños tenés para tu obra, o cuál quisieras que sea su destino con el paso de los años?

 

Es gratificante cuando muy de vez en cuando alguien me dice algo respecto de algún texto mío, y no sucede para nada a menudo, en absoluto; por lo tanto, después de más de veinte años escribiendo en soledad y compartiendo cada vez que pude el trabajo con otres, ese pensamiento que tiene que ver con la posteridad, me resulta cada vez más fantasioso, y de un egocentrismo recalcitrante; ojalá y sobrevivan un poco más allá de mí, es todo lo que me permito desear, y sólo porque respeto mi trabajo y el tiempo y la voluntad que pongo para alcanzar un texto que cualquiera pueda leer y, acaso, medianamente, disfrutar.  

 

11- ¿Me regalas tres poemas o un cuento?

 

 

  

 

 

 

 

 

Oráculo

 

Tendrás más de un amuleto.

A lo ancho de una sola herida

                                 crecerán

el rayo lento

la noche indolente

y una cantera de piedras tatuadas

                                  en la niebla.

 

 

Un día te vas a ver

             cara a cara

con el viento que adentro vos mismo has crecido,

tu prolijo animal

despavorido

testigo en el degüello,

la tala de aquello

que te sostenía y

                    caer

       interminable

                  vacío

repartido en el aire, como quien

de la sombra de otra liana que no era

crea una nueva fibra verbal

tras el destrozo en estrépitos de silencio

de todo verbo y todo nexo

         en este grama/drama

tan falaz, tan nuestro

los aprendices

nosotros

los imperfectos.

 

 

 

Determinados al olvido

escondimos

todo

en el ojo de un caballo

 

Obligado a correr

duerme a veces

de un blando parpadeo.

 

 

 

Ayuno

 

Sobre todo aquello que no es flor

dejó caer el aire su filo azul grafito.

 

El invierno que anida en la noche

no es animal que pase desapercibido.

 

Visible es la huella que porfía infinitos surcos zigzagueantes entre árboles pelechados troncos húmedos de musgos renegridos

que parecen esqueletos de pájaros atrapados al descuido.

 

Todo lo que no es flor

será mordido por el hielo.

 

Tiempo de retirarse a los ojillos del pájaro

de nadar en las aguas del ojo de un caballo

de aguantar el aire abajo

porque abajo

bien abajo

donde los cascos tallan piedras a su paso

duermen su gestación aún los próximos años

¿escuchas

el caracoleo de piedritas rodar en el fondo empujadas por el agua en la noche del Limay?

 

Pulsión de vida líquida

bucle tras bucle tras bucle

profundiza y multiplica la seda de su anillo que

de tan azul, claro y profundo

traduce en armonioso mercurio su nocturno brillo

 

...."la hora más oscura de la noche es la que precede al amanecer",

escucha en la trenza que entre los árboles ofrece como enigma musical el viento

si no fuera por ellos ¿dónde apoyaría sus notas todo ese aire en movimiento?

 

Que sea el próximo parpadeo entre la luna y el sol nuevo

quien cumpla la misión (pida el deseo)

sople el diente de león

y desove la serpiente legendaria entre los tallos sumergidos del pedregoso lecho de los ríos

su devenir incierto

elusivo y rompa

el hechizo o el ayuno

al que somos conducidos.



* Poemas inéditos de Hernán Lasque para Voz de Arena

Nota: Espinosa Federico

 

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